domingo, 4 de noviembre de 2012

El garcialinerismo o gatopardismo encubierto

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Moira Sandoval Calvimonte


2011-04-05 - 20:16:37
Para introducir al lector en la comprensión de este juego de palabras es preciso mencionar el concepto que fue célebre en política del siglo pasado: gatopardismo. Simplificando, básicamente quería decir “cambiar algo para que nada cambie”. De este modo, el político gatopardista era un astuto maestro de ajedrez que sabía, siempre, qué pieza entregar para no perder la partida, alguien que no iba de frente. “Cambiar todo para que nada cambie”, podría ser la definición que la ciencia política le da a “gatopardismo”, esa palabra que resume en una paradoja el espíritu de la novela El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
El Gatopardista era en esencia un profundo conocedor de la historia y sus rumbos, alguien que no quería cambiar el mundo por motivos revolucionarios sino que aceptaba y propiciaba ciertos cambios para que todo siguiera igual, pues no ignoraba que para conservar el poder hay que entregar siempre algo a los transformadores y a fin de conservar ciertos valores.
Es para todos conocido que el vicepresidente Alvaro García Linera se ha caracterizado – entre otras cosas- por arrogancia y cierto autoritarismo, comunicándose con sus gobernados mediante verdades absolutas sin un margen de reconocimiento a la posibilidad de la falibilidad humana, refugiandose en el adoctrinamiento de las estructuras básicas de un partido cuando nació izquierdista hasta transitar los caminos de las construcciones y redefiniciones ideológicas elaboradas por el mismo vicepresidente, como el nacimiento del inédito Estado Plurinacional, o la novedosa figura del Socialismo Comunitario.
El espejismo del “proceso de cambio” promocionado por el gobierno Evo Morales-García Linera, se inició rebautizando los símbolos e instituciones del país, promulgando un repertorio de leyes y normativa que “cambia todo para que todo siga igual”, sobre todo en el área económica, paradigma del Gatopardismo. En dicho escenario político, el Vicepresidente Alvaro García Linera se ocupó en redefinir categorías politológicas y constitucionales, como el Estado Integral, e inventar otras como el Estado Plurinacional o más insólito aún: el Socialismo Comunitario.
El referido cambio se basó en la implementación de un novedosísimo sistema político que se define como “postcolonial”, y como un Estado plurinacional comunitario y autonómico, en un insólito sincretismo de las ideologías.  No obstante el discurso vicepresidencial que pregona el proceso de cambio a través de todos los instrumentos ideológicos con que cuenta el gobierno, el espíritu del Gatopardismo se impone al momento de no cambiar nada de la economía neoliberal y autodefinirse eclécticos, demostrando una incapacidad de enmarcar la economía en un paradigma real y definir propuestas metodológicas en la micro y macroeconomía, que finalmente sitúa al modelo  económico y al aparato estatal en las mismas condiciones de 6 años atrás.
Si bien fuimos espectadores de la fundación de un Estado Plurinacional que con el  proceso de cambio y de descolonización, mediante la implementación de una ingeniería normativa pretendió implantar el Socialismo Comunitario, la transición al Estado plurinacional comunitario y autonómico nunca se cristalizó, pues a sus ideólogos les faltó definir si pretendían la reforma del Estado o la transformación del Estado, generando como resultado únicamente la restauración del Estado con sus añejas estructuras, pero con un costo económico elevado y una inversión de tiempo desmesurada para tan rudimentario producto.
Para consolidar el sofisma del cambio, el vicepresidente Alvaro García Linera aseveró en conferencia de prensa de fines de febrero que: “El eje fundamental, el 21060, de entregar recursos públicos a intereses privados, extranjeros, ahora se ha revertido. Esos recursos que estaban en manos de extranjeros ahora están en manos públicas y beneficiando a la población”. Asimismo dijo que en los últimos 5 años el modelo de economía de mercado y retroceso estatal, contenido en el decreto 21060, implantado en 1985, ha sido desmontado.
El hábil gatopardista  pretendió convencer a la ciudadanía que vivimos en un verdadero Estado de Socialismo Comunitario, aseverando: "Hemos liquidado el 21060. Solamente existe en la cabeza de algunos dirigentes trasnochados de la corriente trotskista que siempre le ha hecho el juego a la derecha. Han trabajado para que regrese a la derecha, para que regrese el fascismo...” No es casual este comentario previo a que el ministro de Economía, Luis Arce, informara al Órgano Legislativo sobre el estado actual de la economía nacional, en el escenario de que la Central Obrera Boliviana demanda la abrogación del decreto 21060 y sus instrumentos político-económicos.
Adicionalmente, el segundo mandatario afirma que el Estado ha retomado el control de los sectores estratégicos del aparato productivo en Bolivia, negando el fracaso y la falsa nacionalización de YPFB, que a la fecha no controla todo el circuito del aparato productivo de los hidrocarburos, limitándose a su comercialización y con limitaciones.
Motivo de otro análisis es la capacidad o incapacidad del Estado Boliviano para nacionalizar los hidrocarburos, ahora solo pretendo evidenciar la falacia del discurso de cambio basado en la nacionalización, pues de manera evidente las transnacionales siguen a cargo del proceso de producción de hidrocarburos en nuestro país, de lo cual inferimos que se cambiaron leyes para que lo esencial siga igual. (gatopardismo)

En una muestra de dominio del márketing político y pretendiendo convencer a la opinión pública que se cumplió con la oferta electoral, el vicepresidente asevera: "Hemos nacionalizado no sólo el área de hidrocarburos, hemos nacionalizado parte del sector minero, telecomunicaciones, energía eléctrica", discurso con el que implícitamente se ufana de la realidad concreta que se está expropiando el derecho de propiedad, bajo una supuesta orientación revolucionaria. 
Esta medida se equipara a la expropiación aplicada por neoliberales a las empresas estratégicas a favor de las transnacionales, tan censurada y satanizada por el gobierno del cambio, pero tan aplicadamente imitada.

La realidad reciente del gasolinazo, al ser aplicada por anteriores gobiernos constituía una medida perversa usada por los neoliberales para reducir el déficit fiscal, pero que al ser aplicada por el virtuoso gobierno del cambio, dicha medida económica se convierte en socialista, justiciera y distributiva. Abundante casuística en materia económica ejemplifica que en el manejo económico del Estado, no obstante que el gobierno es en teoría enemigo del neoliberalismo, en los hechos se rinde ante las leyes del mercado: en materia económica todo sigue igual.
En materia política, no debe omitirse la evidente consolidación de una nueva aristocracia basada en la meritocracia de participación en movimientos sociales, que reemplaza la meritocracia del conocimiento, ensalzada y posicionada por los gobiernos neoliberales, pero que en esencia, mantiene al margen la participación de los ciudadanos que no forman parte de dichas aristocracias, por ello no se invierte en transformaciones institucionales, ni en la profundización de la democracia o en la inclusión de actores políticos no oficialistas en las decisiones. En esencia, la orientación excluyente y exclusivista de neoliberales y de masistas mantiene al margen de la participación a los ciudadanos. Empero, hábilmente esto se camufla con el discurso de “gobernar obedeciendo al pueblo”.
En este desalentador panorama político, económico y social, queda demostrado que  con el promocionado proceso de cambio han transcurrido cinco años en la modificación de la estructura del Estado y su respectiva normativa, sin invertir en reales transformaciones institucionales, ni en la profundización de la democracia o en la inclusión de actores políticos no oficialistas en las decisiones, en suma, se cambió todo, para que todo siga igual. Prueba de ello, es que sigue pendiente en el petitorio de la COB, la derogación del D.S. 21060, principal instrumento del neoliberalismo que se mantiene incólume a pesar de los discursos del Garcialinerismo, que no es otra cosa que un encubierto Gatopardismo.
* Abogada independiente

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